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Another Autumn

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muffinmimi's avatar
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Jamás noté como fue cambiando con los años, de la manera en que se maltrataba a sí misma y de como ella no estaba consciente de ello. Miraba a Infancia a través  del ventanal mientras la esperaba. Sus clases de ballet eran los únicos instantes en que podía verla sonreír y estar absorta en ese mundo, lejos de todos sus problemas. ¿Y yo? Soy más bien el eterno amigo a su lado, cosa que me avergüenza un poco admitir. Apuesto que a ella también. En más de una ocasión la he dejado de lado y evitado, pero se bien que algún día tendría que dejarla ir. Lo malo es que no imaginé que ese día estaba a la vuelta de la esquina.

- ¿Me esperaste por mucho tiempo? – Fue lo primero que dijo al encontrarme.
- No realmente – mentí - ¿Vamos por un helado?

Ella asistió con la cabeza y me tomó del brazo. Abril es el mes donde “abren las flores” en alguna parte del mundo, por mucho que intente pensar eso únicamente veo árboles desprenderse de las hojas y estas pasan a tapizar las avenidas. Esas hojas y el frío viento me recuerdan que es otro año más que cumpliré muy pronto. Infancia, por su parte, no parecía que el tiempo tuviese efecto en ella. Tiene la misma cara de niña y cuerpo frágil que conocí hace varios otoños atrás. Su mirada continua igual, solo que bastante más opaca. Su iris ya carece del color y viveza de antes.

Solíamos demorar varios minutos frente al mostrador de sabores, de modo de pedir los  que pudiésemos combinar y compartir. Si tenían colores extravagantes, mejor aún. No me di cuenta como fui declinándome a pedir vainilla o cualquier variante con café, a veces únicamente solo miraba a Infancia terminar su helado. Curiosamente ahora último ella se limita a escoger vainilla.

Después de eso la acompaño a su casa. Hace un otoño atrás, éramos vecinos. Decidí abandonar el nido para estar cerca del lugar donde trabajo, además vivir en pleno centro de la ciudad me acomoda bastante, casi no gasto en locomoción. Infancia nunca quiso aprender a conducir y en el lugar donde vive solo transitan un par de buses. Los únicos días que no puedo llevarla de vuelta a su casa tras sus clases de ballet es al tener trabajo extra en la oficina, al decidir pasar la tarde con mis colegas de trabajo o la noche con alguna mujer aleatoria.

- ¿Por qué no buscas una pareja estable? – Me regañó una tarde – Solo quiero que seas feliz.
- De acuerdo – Hago una promesa que sé de antemano que romperé semanas más tarde.

Cuando la invito a mi casa jugamos los videojuegos de los tiempos en que apenas sabíamos leer. Es la única que entiende las aventuras y desafíos tras unos pocos pixeles en la pantalla. Infancia le tiene temor a las cosas nuevas, por lo que ignora los juegos cuyos controles carecen de cables.

- Tengo un problema el viernes, no podré recogerte después de tu clase.
- No importa. Yo… no iré más.
- ¿Por qué?

Hizo un gesto de silencio que me impidió continuar. Al preguntarle más calmadamente al respecto, evadió mis preguntas. Nos despedimos.

Pasaron los días y las hojas se arrumban en mi balcón. Solo las observo acumularse y podrirse. Hoy es mi cumpleaños, esa fecha que solía esperar con ansias. Comeríamos pastel, dulces y jugaríamos toda la tarde con Infancia y los niños que vivían cerca de mi casa de aquel entonces. Olvidar las tareas o faltar a clases era permitido. Hoy en día esos niños, que son adultos ahora, me envían insípidos mensajes de “feliz cumpleaños” por internet. No me quejo, porque al común de la gente parece que le encanta eso.

Uno de esos mensajes captó toda mi atención, el café quedó desparramado sobre el teclado del computador. “Ve a la plaza de armas”, era de ella. No soy de esas personas que piense antes de hablar. Dudas clavaron mi mente tratando de recordar si fue alguna estúpida palabra mía que la alejó de mí en este tiempo.

Bajo un árbol casi desnudo estaba ella. Inmediatamente noté sus mejillas caídas, sus labios secos y unas piernas que apenas la podían mantener en pié.

- ¿Me esperaste por mucho tiempo? – Apresuré en decirle al verla.
- No realmente – Mintió, su voz casi no se escuchaba.
- ¿Desde cuanto comenzó esto? ¿No hay alguna forma de “solucionarlo”? - No sabía si estar molesto o triste, pero la ira en mí siempre gana.

Vociferé muchas cosas, mas no comprendía la situación. “No quiero perderte”, mis palabras rebotaban, no tenían efecto y su expresión en el rostro no cambiaba.

- Disfruté el tiempo juntos – articuló y no volvería a dirigirme sus palabras.

Ella acostumbraba a ocultar en vano sus lágrimas en este tipo de situaciones. En este caso fue diferente, era yo quien estaba llorando.

El viento soplaba muy fuerte, llevando consigo el último puñado de hojas del árbol. Por la calle principal la observé esfumarse lentamente, desvaneciéndose entre personas y edificios. Las hojas estorbaban la visión, como si fuese intencional.
"Un Otoño Más" - Ese es el título original, ya que deviantART no permite tildes o "ñ" en los títulos.

Comienso a escribir cuentos solo en noches de insomnio cuando una idea no me deja dormir y quedan por algún tiempo olvidados hasta que sean legibles, coherentes y decentes. Este data del 23‎ de ‎octubre‎ del ‎2012 y fue terminado comienzos del 2013, pero no fue hasta días antes de navidad que el cuento tomó su forma definitiva.

Supongo que tengo un problema/obsesión con esta estación.
© 2014 - 2024 muffinmimi
Comments3
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AnnMarcus63's avatar
:clap: Que buena ideologia. La sensacion de perdida y nostalgia me han conmovido.
 La parte de los videojuegos con pocos pixeles me ha sacado una sonrisa. 
Excelente relato. 
En este caso el insomnio sienta bien a tu creatividad.